viernes, 6 de marzo de 2009

RECUERDO DEL PASADO

Colofón de esa escapada al Pirineo, termino de unos días donde la paz de las montañas amansa las inquietudes de un comienzo de verano hostil, es el reencuentro con las alturas, el saberse un poco pájaro que busca y encuentra los medios para, sin aparente esfuerzo, subir hasta la base de las nubes. Sólo con los conocimientos del vuelo a vela, el saber dónde y cómo están las corrientes ascendentes. Y una vez arriba, cuando los jirones del cúmulo acarician la cúpula del Twin Astir, cuando a mas de tres mil metros bajo las alas, se difuminan los contornos de Puigcerdá, y el verde de los prados esconde el gris de las residencias, llega la paz y la trnquilidad. Centrados mandos, puesto el rumbo hacia la Seu d’Urgell, esperar a que otra térmica nos avise que hay que seguir subiendo, que el límite está en el cúmulo, y tener presente que allí está la puerta de encontradas fuerzas y que el velero no tiene instrumental para volar dentro de la nube. Y tras perder las casi cinco mil pies en el plácido planeo, el completar el vuelo hacia arriba, un giro de 180 y a buscar lo que nos hizo subir dos horas antes. Otra vez la lucha, el viraje ceñido, el variómetro electrónico gimiendo con urgencia, no dejando que la lasitud nos saque del ascenso, un ojo en el altímetro, el otro en el indicador de velocidad y los dos en los varios. Y finalmente superada la altura primera, con el Puigmall casi debajo, La Masella y La Molina intuidas mas que divisadas, Font Romeu y el nacimiento del Segre como puntos de viraje. Un vuelo que hay que cerrar, que hay que guardar y así se hace, en la memoria de lo sublime. Como compañeros del goce, buitres acompañando el ascenso y sobre todo la satisfacción de haber sabido poner en práctica esas técnicas que si para ellos,los buitres, son su medio natural de vuelo, para nosotros los mortales es el siempre sorprendente hallazgo de un camino que nos aleja de las miserias de la vida cotidiana y nos hace sentirnos como partícipes de un reinado único. volar.
Ya estoy en la tierra, en el Plá, con los treinta y cinco que afixian, que agobian. y el asfalto recien vertido en la calle generando más calor, y los ruidos de las televisiones que llegan hasta la terraza del ático. Dichosos los que están allá arriba, pegados a los valles o ascendiendo cumbres. Y sobre todo los que han, hemos, encontrado la puerta hacia los cielos. El vuelo a vela.

....

No hay comentarios: