domingo, 2 de agosto de 2009

el libro de agosto

de " LA MAÑANA" del 03-08-09
libro de agosto
El verano, sobre todo agosto, es época de lecturas aunque sean libros aunque muchos piensen que es herejía y de la que hace daño, pero que mucho daño a las meninges. Allá ellos, aunque sean legión y entren en la categoría de los “olvidados” en devolver el libro prestado por un amigo o conocido. El que pierde libros no es un distraído, sino un ingenuo de tomo y lomo porque los libros, y lo sé por experiencia, no se pierden, sino que no se devuelven. Las gafas no, y también lo sé por experiencia, las llaves, los móviles y el DNI que vete tú a saber dónde están cuando se necesitan. Como escribe Ussía, el quedarse con libros ajenos es costumbre de personas cultas e inteligentes. Sobre todo inteligentes, dado como está el precio de la letra impresa y sobre todo cuando el contenido es premiado con no sé cuantos galardones y su autor está encumbrado en esa pirámide de genios que saben más de marketing que de poner negro sobre blanco. Cosas de esta época y así, cuando ante el escaparate de una librería amagué la compra de un lujoso ejemplar de cocina, alguien me reprochó con su teoría inamovible: “¿que haces?; si no es Sant Jordi y no es imprescindible quedar bien con la parienta”. Fue convincente y me hizo apretar el paso por la peatonal un mucho abochornado por intentar caer en el nefando pecado de comprar un libro. Me queda o aparecer por la “biblio” agarrándome a lo que pueda, seguir el camino de la petición al amiguete más cercano con promesa solemne de devolución cruzando dedos para hacer pasar la mentira, o sencillamente releer algo lo que me queda en las estanterías y anaqueles de la cueva, ¡ ay! tan esquilmados.

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